La grandeza de Miriam y el pigmeo de Jean Alain

Por Ramón Diloné

 

 

La maestra Miriam Germán Brito enfrenta con valentía, y gran pericia, el gancho que le pone el Presidente de la República Luis Abinader cuando la designa como cabeza del Ministerio Público.

 

La ducha servidora de la justicia acepta el reto consciente de que el mandatario la lanza a un océano caliente y salado lleno de víboras venenosas de todos los tipos.

 

¿Por qué un océano de víboras? Sencillo, la maestra va sola a dirigir un Ministerio Público que, casi en su totalidad, obedece al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y a la Fuerza del Pueblo (FP), o lo que es lo mismo, en primer lugar sigue las directrices de Danilo Medina y después las de Leonel Fernández.

 

Sin embargo, dirige con acierto y destreza la complicada situación que vive, debido a que enfrenta la realidad de que muchos de sus *»colaboradores»* subalternos, son *»informantes»* de Jean Alain Rodríguez, a quien sustituye en el cargo.

 

La grandeza de la maestra reside en que poco a poco logra sumar colaboradores a la histórica misión que desarrolla. La lucha es fuerte, permanente e intensa, mientras los caminos son largos, escabrosos, embarazosos y resbaladizos.

 

Miriam Germán Brito avanza con aciertos, con serenidad, con pasos firmes, y pese a las bellaquerías del malvado exprocurador, actúa de forma noble, sin rencor, sin dolor y con justicia, frente al enano personaje que al estar al frente del Ministerio Público comete todos los tipos de abusos y provoca daños incuantificables.

 

Al parecer, la magistrada desarrolla su acciones en la procuraduría orientada por la prédica del sociólogo italiano Gaetano Mosca, quien asegura que: *»Una minoría organizada siempre prevalece sobre una mayoría desorganizada»*.

 

La procuradora enfrenta con gran destreza a las víboras que encuentra en las aguas sucias y turbulentas del peligroso océano en que nada, segura de que con su acciones serenas, medidas y justas, jamás va a naufragar frente a las torpezas y las pocas habilidades de los que la quieren devorar.

 

Todo parece indicar que la maestra conduce la nave guiada por la orientación del jurista, filósofo y gran retórico romano, Marco Tulio Cicerón, quien establece que: *»Mi conciencia tiene para mí más peso que la opinión de todo el mundo»*, pues sólo escucha lo que dice la ley y manda la justicia social.

 

Una verdad que nadie puede negar es el hecho de que los *»informantes»* mantienen a Jean Alain al tanto de todo lo que pasa en la procuraduría, de ahí sus reiterados intentos por fugarse hacia Francia, desde que se inicia la investigación por la que hoy está preso.

 

Las presentaciones en los medios de comunicación, el video que graba en el aeropuerto, las denuncias de supuesta persecución política y la escapada de su apartamento minutos antes del allanamiento, dicen que Jean Alain lo sabe todo.

 

Hay que resaltar que el miserable abusador es tan torpe, que en vez de enfrentar la situación y dar la cara, corre para no responder por sus acciones irregulares desde la Procuraduría General de la República.

 

La falta de habilidades del exprocurador para desarrollar acciones correctas frente a la acusación en su contra y la aptitud de la titular de la procuraduría, demuestran el enanismo del primero y la grandeza de la segunda, la magistrada Miriam Germán Brito.

 

Todo indica que a Jean Alain le pasa lo que con mucho acierto advierte el destacado escritor español Camilo José Cela, cuando afirma que: *»Lo malo de los que se creen en posesión de la verdad es que cuando tienen que demostrarlo no aciertan ni una»

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