Exceso de Liquidez y Relanzamiento del Agro

Por: Guillermo caram, [email protected]
La inadecuada administración de la pandemia sanitaria que afecta al mundo ha desatado una pandemia económica manifestada en exceso de liquidez, aumentos de precios, contracción productiva y desempleo.
Medios de prensa, nacionales e internacionales, dan cuenta de bancos extranjeros están restringiendo captación de nuevos depósitos y solicitando que los ya depositaos sean retirados debido a que no le están demandando créditos que le permitan generar intereses cobrados para pagar intereses a sus depositantes, cubrir gastos y generar beneficios.
La prohibición de procesos productivos generó desempleo. Menos personas trabajando disminuye demanda, contrae producción y comercio; reduciendo necesidades crediticias.
Este exceso de liquidez puede resultar altamente tentador para nuestro gobierno que ya ha recurrido al endeudamiento externo, para financiar déficits, aún sin necesitarlo.
A pesar de tener un creciente ritmo de endeudamiento, prestamistas e intermediarios seguirían tentando al gobierno ofertándole recursos porque somos pagadores en demasía y necesitan colocar sus disponibilidades.
Pero no podemos olvidar que esos “generosos” prestamistas se convierten en exigentes acreedores, como está sucediendo en Argentina, donde se les llaman “buitres”, por forzar al gobierno recurrir al FMI no para recuperar economía sino para obtener recursos que les permita cobrarse sus acrecencias; imponiéndoles ajustes exógenos trastornadores de estabilidad política y equidad social.
La abundancia internacional de liquidez debe llevarnos a alejarnos del financiamiento comercial sustentados soberanamente. Y retomar la recurrencia a organismos internacionales de los que somos miembros y copropietarios-BID, BM, etc.- hasta aprovecharlos para concebir programas que incrementen nuestro acervo productivo, satisfaciendo necesidades como alimenticias, sustituyendo importaciones y generando puestos de trabajo.
El agro dominicano, su agropecuaria e industria alimenticia, ofrece espacio ideal para estos fines. Su participación en PBI(10%) está estancada años ha, aumentando dependencia a importaciones para satisfacer demanda interna e turística.
Este espacio tiene beneficios adicionales: Al invertirse mayormente en zonas rurales, retiene población en campos, disminuye presión migratoria hacia urbes de por sí hacinadas y aglomeradas, evita despoblación y abandono rural sin dejar espacios libre a migración depredadora, deterioradora del medio ambiente.
Invertir en el agro y en zonas rurales-en lugar de inversiones urbanas cuyos resultados no resuelven ni mitigan, sino que agravan, situaciones sociales al convertirse en foco de atracción a mayor inmigración interna-detiene la envolvente y viciosa vorágine urbanizadora
Como la especialización de fondos en programas específicos es requerida solo por organismos internacionales, hay que volver a ellos.
Ojalá el gobierno se anime a ponderar esta iniciativa, la cual convendría precederla de una consulta institucionalizada a organizaciones de productores privados que tengan competencia en el agro, para recabar ideas que permitan estructurar un ambicioso programa de relanzamiento agropecuario y agroindustrial.

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