La innovación digital se aceleró de modo “desigual” en alimentación mundial

EFE.- Las innovaciones digitales se han acelerado durante la pandemia en el mundo de la alimentación, aunque hace falta reducir la brecha entre las grandes multinacionales y las pequeñas y medianas empresas, según un nuevo estudio.

El Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI) acaba de publicar su informe anual sobre política alimentaria, que analiza el impacto de la COVID-19 en los sistemas alimentarios.

La población mundial ha tenido que lidiar con millones de muertes, dificultades económicas, cortes en los servicios, restricciones a la movilidad y una mayor amenaza del hambre.

Al mismo tiempo, se han acelerado tendencias que han permitido a los negocios adaptarse mejor a los cambios, como el crecimiento de las empresas de logística y reparto, y el uso de plataformas digitales, según ese centro de investigación.

El director general del IFPRI y uno de los autores principales del informe, Jo Swinnen, destaca a Efe que las grandes multinacionales, dotadas de más capital y conocimientos, “lo han tenido más fácil para utilizar esas innovaciones y afrontar la covid-19”, sobre todo en países de ingresos medios y altos.

También ha habido pequeñas y medianas empresas que han reorganizado su forma de hacer negocio e invertido en tecnologías a lo largo de toda la cadena de valor.

LA BRECHA DIGITAL

Sin embargo, así como las cadenas integradas verticalmente han aguantado mejor, los sistemas dominados por pequeñas y medianas empresas, comunes en muchos países en desarrollo, han sido más vulnerables a las restricciones a la movilidad de la mano de obra y los cortes en el suministro y el transporte, resalta el estudio.

Para estrechar la brecha digital, el IFPRI llama a apoyar a los pequeños y medianos productores y empresas mediante el acceso al crédito, el capital, los seguros y la infraestructura, además de impulsar reglas que faciliten su integración en los mercados.

Reconoce que las innovaciones en alimentación han sido llevadas a cabo por operadores privados, si bien dependen del desarrollo de infraestructuras básicas, redes de telefonía móvil y regulaciones puestas en marcha por inversiones y políticas públicas.

Esas prácticas van desde el reparto a domicilio en las ciudades y el comercio electrónico, con la proliferación de intermediarios, hasta la digitalización de las cadenas de suministro.

Si ya hace unos años se vieron movimientos de integración con la compra de los supermercados Whole Foods por Amazon en Estados Unidos o la de la cadena Yonghui por JD.com en China, el proceso se ha acelerado en 2020.

El informe recoge otros casos como los de las compañías Rappi en Latinoamérica y Swinggy en La India, que comenzaron con el reparto de comida a gran escala y han seguido expandiéndose para adaptarse a las nuevas condiciones de la pandemia.

En otros países como Tailandia los vendedores de comida han seguido ofreciendo sus productos por redes sociales, teléfonos móviles y aplicaciones locales, unos cambios que se han intensificado en el último año.

Swinnen considera que “los gobiernos han respondido bastante bien ante retos como el de asegurar el transporte de alimentos desde el campo o los puertos hasta los centros de consumo”, a través -por ejemplo- de los “corredores verdes”.

Además, muchos países han extendido sus programas de protección social para evitar los efectos en la nutrición de los más pobres, lo que demuestra -según el experto- que “el cambio es posible si hay voluntad política y capacidad”.

ADAPTACIÓN DEL SECTOR AGROALIMENTARIO

El IFPRI resalta la resiliencia que ha tenido en general el sector agroalimentario en el mundo mediante la flexibilidad laboral y los ajustes en la compra y venta de productos.

Por regiones, los países del sur de Asia tomaron estrictas medidas de confinamiento al principio de la pandemia y tuvieron dificultades con el sector informal por su dependencia de los trabajadores migrantes.

A pesar de las dificultades para ayudar a gran cantidad de pobres en las ciudades, en el este y sudeste asiáticos la expansión del comercio regional ha mitigado en parte los efectos negativos, con el reenvío de muchos productos agrícolas a China.

Millones de personas se han sumado a la población de África subsahariana en extrema pobreza, mientras que en Oriente Medio y el norte de África la agroalimentación ha resistido frente a la crisis de otros sectores como el turismo, la industria y los servicios.

En América Latina y el Caribe, se calcula que la pandemia ha elevado en 17 millones las personas incapaces de permitirse una dieta adecuada, hasta los 77 millones.

Allí la cadena agroalimentaria no ha sufrido grandes problemas, pese al aumento temporal de algunos precios y el impacto de los huracanes en Centroamérica y las sequías en Sudamérica.

“La agricultura está contribuyendo al cambio climático, que a su vez daña la producción agraria. Tenemos que hacer cambios importantes y las lecciones aprendidas de la covid-19 nos pueden ayudar a impulsar esa transformación”, añade Swinnen.

 

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